PRI: Crónica del fin o la individualización de la historia

"PRI: Crónica del fin" es el documental que promete presentar la 'versión última' de la caída del partido hegemónico del México del siglo XXI. Curioso que un relato de algo tan sistémico caiga en el error común de representarla como la historia de sólo unas cuántas personas.

PRI: Crónica del fin o la individualización de la historia
Vista del cielo desde un tren de Lovaina a Gante.

Una de las tareas más curiosas de toda mi carrera universitaria fue ver un documental.

Si hay alguna serie de clases del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) que son infames tanto dentro como fuera de la institución, son las Economías a las que –en su momento– todo estudiante debía enfrentarse al menos a dos: una introducción a Microeconomía, y otra a Macroeconomía.

Estas dos clases que se imparten durante los primeros semestres son igualmente reconocidas que temidas. Mientras cursaba la universidad, mucho del estudiantado, de los docentes, la administración y hasta la población que tiene a la institución en alta estima, reconoce en estas materias una sinécdoque de toda la experiencia itamita: artificialmente difícil, y dogmática del neoliberalismo a un grado preocupante.

Ya son más de cinco años de que tomé aquella materia introductoria a los estudios macroeconómicos, pero nunca olvidaré aquella extraña primera tarea del curso: ver el documental 1982: La decisión del presidente. Digo extraña sólo porque, comparado con mucho de lo que requerieron de mí los cursos de Economía del ITAM, ver un documental era atípico por su bajo nivel de exigencia.

Producido por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) en 2008, 1982 es un formalmente aburrido documental que narra la caída del modelo del nacionalismo revolucionario del PRI y el fin del 'Milagro Mexicano'. La decisión del presidente titular es la apanicada maniobra del gobierno de José López Portillo de nacionalizar la banca con tal de contener la crisis económica de principios de los años ochenta. Cuenta con un espectacular acceso a los personajes que –a ojos de la narrativa– contribuyeron a la catástrofe. De igual manera, entrevista al grupo de tecnócratas que durante la siguiente década tomaron las riendas del gobierno y dieron golpe de timón. A juzgar por las más recientes reseñas del documental en Letterboxd, el ITAM todavía lo deja de tarea a sus estudiantes.

Volviendo a verlo los últimos días, me sorprendió su trato tan amable a los gobiernos del 'Milagro Mexicano' y al sistema que heredó López Portillo. El México anterior a 1982 es casi idílico para el documental, aún cuando se le matiza aquí y allá para no caer en una inmerecida nostalgia. Si ésta fuera la primera introducción para alguien a los desastrosos años ochenta mexicanos, podría salir pensando que la culpa de algo tan sistémico como una crisis económica recae exclusivamente en la presidencia en turno, y más que nada, en López Portillo personalmente.

1982 es hoy tan sólo parte de una serie de piezas del CEEY sobre otras 'decisiones de presidentes' que forman el tejido económico del país: tienen un documental sobre la crisis de 94-95 y la privatización de la banca, y una miniserie sobre la cancelación del proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en 2018-19. El documental 1982, por más soso que sea en su propuesta formal, logra argumentar bastante bien a favor de los tecnócratas, de la privatización de la banca, de un tipo de cambio flotante y en general de la ola neoliberal que se apoderó del mundo en su época. Es una tarea para todo estudiante itamita porque en él se encuentra una moraleja que se refuerza con todos los siguientes cursos de Economía: ir en contra de la 'estabilidad' que provee la teoría económica liberal es catastrófico. A su punto de vista, fue la tecnocracia posterior la que corrigió el curso y los fundamentos del posterior 'liberalismo social' los que le proveyeron a México de su estabilidad macroeconómica.

1982 no es una crítica a la consolidación del poder en manos del PRI o al sistema político mexicano que rigió por setenta años. No se habla de los problemas estructurales de fondo que contribuyeron a la crisis: la debilidad fiscal del país, el Estado completamente burocratizado, o la fragilidad de casi todos los sectores económicos. Es sólo una crítica al mal manejo de un episodio particular y un ataque casi personal a José López Portillo.

Por algo el déjà vu que sentí durante el primer episodio de PRI: Crónica del fin, un sentimiento que se fue ahondando con cada capítulo siguiente. La miniserie documental de Vix y N+ se estrenó durante el pasado mes de septiembre en medio de un verdadero fervor por lo que revelaría y desentrañaría. El simple hecho de contener las primeras conversaciones públicas en años con Enrique Peña Nieto y Elba Esther Gordillo, y la que parece ser una de las últimas entrevistas con Porfirio Muñoz Ledo, le daban un tenor histórico a su estreno. El primer capítulo hasta lo hicieron disponible gratis en YouTube. En un país acostumbrado a que el poder guarde silencio, todo documento que prometa que alguna de sus figuras dará la cara es visto inmediatamente como un pedazo esencial de archivo histórico. Siempre hay una expectativa generalizada de que se cuenten las piezas que hacen falta. Que ahora sí, por fin se diga 'la verdad'.

Pero como en otras ocaciones, PRI: Crónica del fin presenta un relato ya abiertamente disponible en otras crónicas de su estilo, en estudios y literatura, y hasta en cómo se conciben popularmente los últimos 30 años de historia del partido. Lo que cambia aquí es que está armado con el beneplácito y financiamiento de Televisa, la gran televisora del país que, de múltiples maneras, contribuyó a armar los andamios mediáticos del poder. Ahora que el PRI en su estado actual está bajo completo descrédito, se puede unir al lado crítico, al lado que terminó ganando.

La miniserie abre con un recorrido de lo que parecen ser las oficinas del CEN del PRI en la Ciudad de México, un edificio arcaico y solitario. Sobre estas imágenes, se escuchan a varios de sus militantes de alto perfil anunciar su renuncia al partido. Cada capítulo trata de un sexenio, iniciando con la elección de 1976 donde José López Portillo fue el único candidato en la boleta, finalizando con la presidencia de Enrique Peña Nieto, y la transformación del PRI de partido político a mafia personal bajo el liderazgo de Alejandro Moreno. Esta división de un presidente por capítulo logra afianzar en esta serie lo que se vuelve común en relatos de este tipo: hacer a la historia de México la historia de sus presidentes.

El verdadero valor del documental quizás está en su material de archivo: los grandes despliegues de riqueza en cenas y banquetes de los López Portillo, las coberturas de las campañas electorales, las transmisiones de video desde la Comisión Federal Electoral en 1988 e innumerables entrevistas de banqueta. Hay que apreciar este material de archivo porque puede ser que nunca más lo podamos volver a ver.

Televisa –en todo aspecto menos de jure, el medio estatal de México bajo el PRI– siempre ha sido bastante guardada con mucho de su archivo de décadas anteriores. A diferencia de los grandes acervos de material periodístico y televisivo existente en muchos otros países (piensen en grandes acervos como C-SPAN, la BBC, la CBC, British Pathé, Associated Press, Reuters y muchos más), los espacios que salvaguardan el recuento periodístico de este país son mínimos, poco accesibles o limitados a medios no visuales (no quiero que todo esto se lea como un demérito a la existencia de lugares como la Hemeroteca o Fonoteca Nacional, cuya accesibilidad, información disponible y misión pueden ser objeto de una discusión posterior). Inclusive comparado con otros países de América Latina –aún aquellos que vivieron bajo dictaduras militares– el acceso que tiene la población mexicana a su historia audiovisual como ha sido contada por sus medios de comunicación es, si no es que prácticamente nulo, poco usado (Mucho material de archivo puede conseguirse de maneras no necesariamente legítimas, por lo que quiero remarcar la espectacular labor de cuentas de YouTube como Chuy Tapia que tiene horas y horas de discursos políticos, informes de gobierno, asambleas de partido, coberturas completas de días de coyuntura clave en la historia mexicana, y también videos de acordeón. Grande Chuy Tapia).

Las entrevistas que fueron la base de todos los esfuerzos de promoción de la miniserie están mucho menos presentes, y en particular ofrecen poco o nada que no pueda ser explicado por el archivo o muchas de las demás crónicas existentes. Además de algunas puntadas aquí y allá, es hasta sorprendente lo poco que salen muchos de los entrevistados, y estoy mucho más interesado en las entrevistas en crudo con Marcelo Ebrard, Elba Esther o Peña Nieto, que la versión que aquí presentan.

La historia de la serie está sostenida por el relato que por coincidencia hay tres presidentes de México que se espejean y que cuentan la narrativamente satisfactoria caída del PRI en introducción, desenlace y conclusión: el presidente que fisuró la relación del Estado con el pueblo mexicano (López Portillo), el presidente que condenó al PRI a perder su dominancia (Salinas de Gortari), y el presidente que relegó a su partido a la decadencia y eventual olvido (Peña Nieto). Tres presidentes que inician su presidencia de igual manera: con popularidad, percepción internacional positiva y un ánimo reformista transformador. López Portillo comienza su sexenio con las bonanzas traídas por el complejo Cantarell y la apertura electoral; Salinas con la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la reforma electoral y Solidaridad; y Peña Nieto con el Pacto por México y su Saving Mexico. Los mismos tres presidentes terminarían su mandato completamente desestimados: López Portillo por la crisis económica, la nacionalización de la banca y el "defender el peso como perro"; Salinas por todas las crisis de 1994; y Peña Nieto por Ayotzinapa, la 'Casa Blanca' y Donald Trump. Por simple tiempo dedicado, poco tiempo queda para ahondar en los problemas sistémicos del país y del propio partido. En ocasiones se asoman algunos detalles más profundos, como la división entre tecnócratas y nacionalistas revolucionarios en el seno del partido, pero todos estos se queda en eso... detalles.

Claro que desde la Constitución de 1917 y en especial desde el Maximato es difícil no concebir la historia de México reciente como una historia de sexenios y de los individuos que los lideraron. Es complicado por la existencia del dedazo, de los virajes de administración a administración promovidos por las propias personalidades y sensibilidades de los presidentes, y los enormes poderes que el propio sistema político le otorga al Ejecutivo. Hasta hoy en día, aún con la alternancia, la transición democrática y un nuevo partido dominante al poder, no se ha desmontado la idea que popularmente concibe la historia del México reciente como una historia de algunos individuos y sus acciones.

Aú así, el hiperpresidencialismo no solamente afecta cómo se administra el poder, sino también cómo se percibe la historia, por más que factores sistémicos e institucionales jueguen un papel mucho más relevante en su configuración. 1982 es un ejemplo, y ahora también lo es PRI: Crónica del fin, de artefactos mediáticos que continúan la muy vigente narrativa de que son los 'grandes hombres' los que provocan que la historia 'suceda'. Es la 'versión pública' final de lo sucedido donde fueron estas personas las que cambiaron el rumbo. No los movimientos sociales, los avances en técnica e industrialización, el contexto global, o el modelo económico. Fueron personas que tomaron buenas o malas decisiones, así de simple. López Portillo rompió al nacionalismo revolucionario, Miguel de la Madrid introdujo el neoliberalismo, Salinas de Gortari mostró los excesos del PRI, Zedillo promovió la democratización, Peña Nieto mató al PRI y dejó entrar a Andrés Manuel López Obrador. La historia de México, según el documental, se puede contar en una serie de capítulos que corresponden casi a la perfección con los sexenios de estas personas. Si hubieran sido otras, otra cosa hubiera sido.

Esta percepción continúa aún en los contrafactuales de la historia ("si Colosio hubiera llegado a la presidencia, las cosas SÍ hubieran cambiado") y en la actualidad (López Obrador, que en discurso y probable propia creencia personal, está injerta la idea de grandes individuos que mueven la historia). Es rara esta manera de enmarcar la caída del PRI, especialmente cuando hay una muy creciente nostalgia priísta entre muchos miembros de mi generación. Existen muchos nostálgicos por el salinismo y en particular hay una cierta añoranza hacia su figura de una manera que no la hay para otros presidentes del PRI, pero no creo que se extrañe a los individuos en particular. La percepción que tengo de esta nostalgia es que no es a los presidentes priístas, y ni siquiera al partido, sino a sus instituciones, su organización, la certidumbre económica del 'Milagro Mexicano' y que, a pesar de todo, que haya un partido hegemónico hace que el país 'tenga sentido' de alguna manera. En esta época caótica, en un país sumergido en la violencia, con grandes partes de su territorio siendo ingobernables con una penetración nula del Estado, hay cierto deseo de regresar al orden y–digámoslo como lo que es– control. No creo que sea una añoranza autoritaria. Creo que es más bien un deseo de regresar a que el curso político de México sea más obvio y predecible, que sea menos violento, y que se sienta que hay alguien volando este avión. Parece ser ese el deseo, por más que sea un espejismo histórico visto a la distancia considerar que el pasado era más tranquilo, organizado y pacífico.

Los problemas más grandes de México –la crisis de violencia, la debilidad institucional, el costo de vida al alza y la siempre creciente división de clases– no son causados ni resueltos solamente por unos cuántos individuos. Se concibe así en el imaginario popular y en los productos culturales que intentan explicar su historia. Por fin los medios que habían mantenido mucho material de archivo histórico secuestrado se unen al coro de denuncia del pasado reciente. Pero preocupa que sean ellos los que cuenten esta historia y que quieran tener la última palabra para definir al régimen que acabó hace 25 años y a su partido que se ha vuelto un cadáver andante. Por algo duele la omisión de mucho de lo técnico de las reformas electorales que abrieron paso a la democracia. Sorprende que no se mencione ni ligeramente la decisión clave del panismo y Vicente Fox de no romper con el PRI, ni instaurar comisiones de verdad, ni abrir amplias investigaciones a violaciones de derechos humanos. La muerte del PRI a través de este lente se observa como obra de 5 personas nada más: sus últimos 5 presidentes. Si seguimos viendo la historia de México solamente a través de los grandes individuos, perdemos el paisaje de narrativas y explicaciones de la realidad que está detrás. No nos damos cuenta de que probablemente muchas de estas 'decisiones de los presidentes' fueron tomadas simplemente porque la historia los alcanzó, de la misma manera en que la realidad también hubiera alcanzado a alguien más en su lugar.